El abogado, como experto en leyes y profesional de la práctica forense, no solo es responsable del diseño de la estrategia jurídica y procesal que, según su leal saber y entender, considere en cada caso más adecuada para la mejor defensa de los intereses que le son encomendados; además, es libre e independiente en dicha función, de manera que no puede recibir presiones externas, ni tan siquiera de su propio Cliente. La obligación del abogado es poner todo su saber jurídico y su experiencia profesional al servicio de su cliente con el objetivo de obtener un resultado.